Ante todo disculpas por hacer esta correspondiente tercera parte y tan tarde pero asuntos personales me han impedido hacerlo antes, con que así que mil disculpas.
El tercer día de nuestra estancia en Galicia fuimos a la Coruña, la opción hubiera sido ir en tren que eran 45 minutos entre una ciudad y otra pero la estación quedaba lejos del centro de la ciudad, de modo que como con mis hernias discales y mi espalda lo de andar mucho no va bien, pues al final mi marido muy inteligentemente alquilo un coche y sobre las diez de la mañana quizás un poco antes pusimos rumbo a la Coruña, una ciudad muy boinita.
Como una de mis ilusiones era ver la Torre de Hércules, que me encanto, eso si, no subí porque primero había mucha cola, y segundo la chica me advirtió que la escalera era de caracol y mi espalda no esta para tanto tute, de modo que paseamos por los alrededores y disfrutamos del paisaje que era una maravilla.
Después nos dirigimos con lluvia incluida, al centro de la ciudad, paseamos por el Ayuntamiento y por la zona del Mercado de Abastos, encontramos un sitio donde comer, a base picoteo, comimos muy bien.
Una vez terminados de comer nos dirigimos a un parque que había no muy lejos del centro y allí estuvimos paseando y disfrutando un buen rato. Habíamos acordado los tres acercarnos a Finisterre pero entre que íbamos y volvíamos una hora, y se iba a hacer largo, pesado y muy tarde y decidimos volver a Santiago para dejar a mi hijo en su casa y nosotros dar una vuelta y volver a la casa, al día siguiente sería nuestro último día en Santiago de Compostela, con mucha pena, pero había merecido mucho la pena, nos lo pasamos los tres juntos muy bien.