miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL MIEDO A VOLAR ¿LO TENÉIS?

REBECA Y SU MIEDO A VOLAR 

Rebeca trabajaba en una editorial Madrileña y cada semana tenia que coger un vuelo para desplazarse a un lugar de la península y a veces hasta Londres, Nueva York, París o Roma. Eran menos los desplazamientos a estos países pero de vez en cuando no le quedaba mas remedio por su trabajo.  Rebeca tenia un miedo atroz a volar y para superar el miedo, su costumbre era tomarse una tila y en ocasiones, cuando viajaba a Nueva York, una tortilla de valiums con un whisky, era una barbaridad y lo sabía pero también tenia la seguridad de que se dormiría y no iba sentir ningún tipo de miedo. 
Sus síntomas hacían muchas veces reír a quien le acompañaba en ocasiones su propio jefe o otro agente comercial de la editorial. El hecho de que se partieran de risa, ante los sudores y toda clase de improperios que soltaba, "quien me mandaría aceptar este trabajo" "¿porque no mandan a otra en vez de a mi?" y un etc etc que no terminaba hasta que no llegaba a su destino e intentaba olvidarse que había un vuelo de vuelta, sabia que si no dejaba de pensar en ello no podría centrarse en su trabajo con total normalidad. 
Un día cuando viajaba de Madrid a San Sebastian, se encontró con un acompañante que le asombro, tenia exactamente los mismos síntomas de miedo y pánico que ella, eso si, estaba agarrado al sillón sin soltarse y no dejaba de asegurarse de que el cinturón estaba bien tirante, sabia que aquello no servía de mucho pero bueno les tranquilizaba a los dos. 
Fue ella quien le pregunto muy timidamente si tenia miedo a volar y él le dijo que miedo no, terror, cogía el avión por obligación pero que si fuera por él, haría los kilómetros que hicieran falta o cogería el tren o cualquier otro miedo de transporte, y ella se rió y le explico que se alegraba de encontrar a alguien con el mismo miedo, pensaba que era un bicho raro. 
De ese encuentro, nació una buena amistad y siempre que podían y tenían posibilidad, hacían que su vuelo y asiento coincidieran y así ambos  podrían llevar mejor aquel miedo común a las alturas. 
TERESA 
SEPTIEMBRE DEL 2015


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