martes, 20 de octubre de 2015

VOCES EN EL BOSQUE

VOCES EN EL BOSQUE

Joan se preparaba para el invierno, cortaba troncos con su motosierra y los cargaba en una carretilla para almacenarla en un habitáculo preparado para ello, allí la conservaba todo el año y la iba cogiendo según le iba haciendo falta.
Un día mientras recogía la leña escuchó voces, no sabia bien de dónde provenían y parecía que estaban manteniendo una conversación: hablaban de lo trágico de su muerte, de la vida que tenían sus hijos y, sobre todo, de lo duro que les resultaba estar en aquel bosque rodeado de pinos pasando frío en invierno y mucho calor en verano… pero ciertamente así lo habían dispuesto sus hijos. Ellos creían que, ya que habían vivido tan a gusto en el campo, sería bonito que reposaran allí sus restos mortales. 
Joan no dejaba de preguntarse si aquellas voces serian fruto de su imaginación o se estaría volviendo loco, pero entonces recordó que hace poco se habían esparcido unas cenizas por allí y esas voces provendrían de ellas. Si lo contaba le tomarían por loco, de modo que decidió mantenerlo en secreto. Siguió cortando la madera pero estaba deseando acabar con aquella maldita tarea para dejar de tener miedo.
Un día decidió ser valiente y al empezar a escuchar las voces intentó ver si le escuchaban… ¡y sí lo hacían! Mantuvo durante días una conversación con aquellos muertos, una conversación sobre la vida, los hijos, la casa. También le dijeron cómo debia que recoger la leña y qué árboles tenían mejor madera… ¡y hasta algún chiste que otro le contaron! Era surrealista pero así fue como sucedió.
Pero una mañana,  cuando ya no le quedaba casi leña por recoger, se extrañó pues no escuchó voz alguna. Pensó que quizá los había asustado y habían desaparecido, pero cuando estaba a punto de recoger todo el material escuchó de nuevo sus voces, que le dijeron adiós. El les respondió despidiéndose, deseándoles que les fuera bien y prometiendo que, de vez en cuando, iría a visitarles.
Aquel episodio le bastó a Joan para dejar de sentir miedo, durante  el resto de su vida, a los muertos o a la muerte. Cada año, mientras recogía leña, mantenía una conversación con esas voces, que llegaron a convertirse en auténticos compañeros, y se llevó el secreto a la tumba. Tan unido se sentía a ellas que pidió que, cuando falleciera, se esparcieran sus cenizas en el mismo lugar. Joan pensó que más vale estar entre amigos, pues no sabe nunca uno con lo que va a encontrarse.

TERESA
OCTUBRE 2015

3 comentarios:

  1. Un tema muy de octubre... fieles difuntos, Halloween... curiosa forma de enfocarlo, ya sabes que me ha gustado. Un besote

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