EL CAFÉ
Raúl se
encamino como cada mañana a la cafetería que había próxima a su casa. No le
gustaba desayunar en casa, le gustaba mas el bullicio de la primeras horas de
la mañana en la ciudad, y más una ciudad como era Barcelona, tenia muchísima
vida ya a esas horas, las siete y media de la mañana.
Cuando llego el camarero que le atendía cada mañana, ya le tenia preparado su café con
leche y su tostada con aceite aquel era su ritual cada día, pero aquella
mañana iba a ser diferente.
Mientras se
dirigía a la mesa que ocupaba normalmente, si había alguien en ella, buscaba
otra, no le importaba. De repente vio a la mujer mas bonita que jamas había
visto, con un cuerpo espectacular, un pelo rubio que le llegaba hasta mas
debajo de la cintura y los ojos que eran azules como el mar. Espero que aquella
visión que le había dejado hipnotizado durante unos segundos, tantos que
durante un momento le pidieron que dejara pasar y tan absorto se encontraba que
no escucho al camarero que le decía que le dejara pasar y tanto es así que le
tiro la bandeja al moverse, entrara en el café, pero no fue así. Pidió
disculpas y trato de tranquilizarse, pero la mujer había desaparecido, pensó
que había perdido la oportunidad de charlar con aquella bella mujer que le
había echo enamorarse al segundo, pero lo peor no era que había perdido de
vista a aquella mujer no, lo peor estaría por llegar.
El dueño del
café se le acerco y le dijo que tenia muy malas noticias aquella mañana. Raúl le invito a sentarse con él y que le
contara y le dijo que desgraciadamente que en un periodo de tiempo no muy
largo, tendrían que cerrar el café. Raúl no podía creerle. El motivo era que el
edificio donde se situaba era muy antiguo e iban a derribarlo y tenían que
cerrar, y ver si llegaban a un acuerdo con el constructor para que cuando
edificaran ,podían retornar de nuevo, porque tenían muy buenos clientes y de
muchos años, y les dolía irse de allí por ello.
Raúl no
podía asimilar que fuera a desaparecer aquel café que le había acompañado desde
que llego a la ciudad en el ochenta y dos para estudiar en la universidad y luego
encontrar trabajo en la misma no estaba dispuesto a creerlo y mas después de
que esta mañana tuviera la visión mas bonita echa mujer que había visto en su
vida, no podía asimilarlo.
A pesar de
ello, siguió yendo a aquel café durante unos largos tres meses, hasta que un
día al llegar como cada mañana, el dueño le dijera que aquella mañana era la
última en que podría tomarse su café y
que no sabia todavía si al edificar de nuevo retornarían.
Ahora
tendría que buscar otro café pero sería distinto, no tendría ni la amabilidad
de su dueño y camareros y ni las vistas, ni tampoco pensó por un momento vería
a la mujer que le había dejado hipnotizado durante alguna que otra mañana, había
perdido la esperanza de poder aprovechar y charlar con ella. Todo estaba
perdido.
Pasaron dos
largos años, y una mañana al dirigirse a la cafetería que había no muy lejana
al edificio donde estaba ubicado su antiguo café, vio un cartel anunciando la
apertura del mismo. Desde luego pensaba estar en la inauguración, lo habían
tratado durante muchos años muy bien y se lo merecían y así fue.
A las ocho
de la tarde estaba en el café y lo primero que hizo fue fundirse en un gran
abrazo con el dueño que se le veía feliz de volver a reencontrarse con tantos
clientes que le seguían siendo fiel a pesar de estar dos años sin poder
atenderles. Pero no se acabaron ahí las alegrías no, de repente sus ojos vieron
a la mujer que hacia tres años le había hipnotizado por completo, no se lo podía
creer, estaba allí en la inauguración del nuevo café, pero no sabia si
acercarse y charlar con ella o dejar pasar la oportunidad, pero fue el dueño el
que le animo a hacerlo ya que la había invitado por él y así fue como empezó una
charla muy amena, que por la cual descubrió que estaba casada con el arquitecto
y constructor de aquel edificio, en fin se habían acabado ahora si, todas sus
esperanzas de poder tener algo con aquella mujer, pero bueno, y como siempre
hacia buscaba el lado mas positivo posible y en este caso era, que podría de
nuevo disfrutar de su café matutino y la charla siempre tan amena con el dueño
y empleados y irse a trabajar siempre contento, como hacia cada mañana desde el
año mil novecientos ochenta y dos.
TERESA
OCTUBRE 2015
Muy bueno Teresa..una bonita historia..buena inspiración .Un beso.
ResponderEliminarAl menos le quedó el consuelo de la amistad... como en Casablanca, pero en esta ocasión: "siempre nos quedará el café". Un beso enorme, Tere
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