Mi mes de agosto a sido estupendo, entre otras cosas he podido disfrutar de mi hijo, no todo lo que quisiera, pero al menos estuvo un finde en casa, y luego la semana de las fiestas de Elche vino una amiga y estuvo una semana en casa y vi una parte de las fiestas que no conocía los Moros y Cristianos, y me gusto, los trajes fueron espectaculares y me encanto, de modo que muy bien la verdad. Eso si como todos los españoles sentí dolor, rabia y pena por el atentado de Barcelona, además me pillo por sorpresa porque cortaron la novela que suelo ver a mediodía "Amar es para Siempre" y ya no me pude despegar del Tv, aunque al principio llegue a pensar que era un loco que se le había ido la pinza, pero luego ya me empecé a dar cuenta por las noticias que se iban dando hasta su confirmación que se trataba de lo peor, un Atentado terrorista, toda mi solidaridad con Cataluña por supuesto.
Os dejo como primer post un relato que he escrito en una de esas veces que me desvelo, que por fortuna son cada vez menos y toco madera jeje, que no es plan.
AL
PERRO QUE INEXPLICABLEMENTE LE GUSTABAN LOS ZAPATOS
Yolanda
había decidido que para acompañarla en su nuevo destino, era
enfermera y había decidido cambiar de ciudad después de un fracaso
sentimental, pasaba de deprimirse y decidió que lo mejor que podía
hacer era cambiar de ciudad y así lo hizo, pero pasar mejor su
adaptación a la nueva ciudad y no sentirse tan sola, al menos los
primero días fue adoptar un precioso seter alemán que era su perro
preferido, ya que de pequeña tuvo uno que su padre tenia en el campo
y no era muy grande de modo que eso hizo.
Un
sábado lluvioso cogió su coche con su mascota, se estaban
conociendo y parecía que todo iba bien, y se traslado a su nuevo
destino, Madrid, era de Murcia. Eso si el viaje fue algo accidental
ya que el perro se mareo y tuvo que parar en varias ocasiones pero a
pesar de eso llegaron los dos bien a la capital de España. Una buena
amiga que residía en Madrid le busco un piso pequeño a las afueras
de la capital, en Leganes, y podía coger el Metro con facilidad de
modo que estaría bien.
Un
día paseando con su perro por la calle, de repente el perro hizo
algo nuevo que la sorprendió, se paro delante de una zapatería y
empezó a hace sonidos raros, ella no sabía si lloraba o gemía pero
no había manera de sacarla del escaparate, tiraba de ella y era
imposible, de modo que aunque sabía que a muchos establecimientos no
dejaban entrar a animales, pregunto si podía probarse unos zapatos
que le habían gustado y si podía hacerlo acompañada de su perro y
en la tienda le dijeron que sin ningún problema, es más estaban tan
sorprendidas de los sonidos que emitía el perro como ella.
Y
así lo hizo, había visto unas sandalias que le gustaban y pensó en
empezar por ahí a ver como reaccionaba el perro, y empezó a llorar
o gemir y claro ella no sabia si eso quería decir que le gustaba o
lo desaprobaba, y pensó probarse otras sandalias parecidas y así lo
hizo, y nada hacia el mismo sonido, de modo que pensó que tampoco le
gustaban, de modo que la dueña le siguió sacando sandalias, hasta
después de llevar como media docena de sandalias, en la octava
sandalia que llevaba el perro ladró no se lo podía creer, aquella
sandalia le gustaba al perro, tenía que ser eso, de modo que le dijo
a la dependienta que se las llevaba, era algo inexplicable y
sorprendente pero así era ¿como podía ser que el perro tuviera
predilección por los zapatos? O era solo por las sandalias? Tenía
que averiguarlo y la única forma era llamar al albergue donde había
adoptado a Sally y preguntarles si sabían aquella predilección por
los zapatos, pero estaba cansada, era sábado por la tarde y su
primer día en Leganes y lo que menos le apetecía era hacer una
llamada de teléfono, bueno a su madre sí ,pero solo para decirle
que había llegado bien, al albergue lo haría el lunes después de
su primer día en el Hospital.
El
lunes después de su primera mañana en el Hospital, estaba muy
contenta, ya que había congeniado bien con todo el mundo, comió y
decidió dormir un par de horas, y después llamaría al albergue y
hablaría con María que fue quien le recomendó a Sally y así lo
hizo, efectuó la llamada pero no resolvió absolutamente nada, María
le dijo que no sabía porque Sally tenia aquella reacción que de los
dueños anteriores no sabia práctica mente nada, solo que una señora
no muy mayor, como de unos cincuenta y pico había dejado a la perra
ya que tenia que marcharse fuera y poco mas. Le pregunto Yolanda si
tenía idea de como se llamaba la señora por casualidad y esta le
dijo que solo sabía que se llamaba Paloma Rocamora, o eso ponía en
la nota del donativo que efectuó al albergue ¿quien demonios era
Paloma Rocamora? , se le ocurrió mirar en internet, en San Google,
como le llamaba ella y premio, encontró a Paloma Rocamora, era
diseñadora de calzado hacia poco había dejado la ciudad de Murcia
para viajar a Estados Unidos para diseñar calzado a una industria
cinematográfica muy importante de Hollywood y según fuentes
cercanas no pensaba regresar en una año al menos ya que pensaba
aprovechar la oportunidad para abrirse camino en EEUU.
Ahora
lo entendía todo y porque de la reacción de Sally, era bastante
probable que su dueña la adiestra o enseñara para que le ayudara a
elegir el mejor modelo para su diseños de calzado no podía tener
otra explicación posible, en fin tenia suerte, le iba a resultar mas
fácil comprarse zapatos, estaba contenta.
TERESA
AGOSTO
2017
Quién le iba a decir a tu protagonista que ¡había adoptado un perro asesor de imagen!
ResponderEliminarSorpresas nos da la vida.
Original relato.
Bienvenida a internet.
Un beso.
¡¡¡Hola!!!
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que hayas tenido un buen verano y que disfrutases de tu hijo, aunque fuese menos de lo deseado, es normal cuando se hacen mayores.
El relato me parece muy imaginativo, a mí nunca se me habría ocurrido aldo así, y con lo que me gustan los perros, ainsssss.
Besos y feliz de leerte de nuevo.
Bienvenida.
ResponderEliminarHas escrito un simpático relato en el que aparece el nombre de la población donde resido. Todo un privilegio Je,je.
Un beso.
¡Qué imaginación, Teresa! Desde luego los perros terminan pareciéndose a sus dueños, o quien sabe si el perro educó el gusto de su anterior propietaria diseñadora. Un placer tu vuelta a las redes. Un abrazo!
ResponderEliminarJajaja. Simpático cuento. Me gustaría que tu protagonista nos prestara esa perrita cada vez que tengo que acompañar a mis mujer o a mis hijas a comprar zapatos. Me ahorraría muchas horas de espera y de aburrimiento, jeje.
ResponderEliminarMe alegro que hayas tenido un buen verano.
Un abrazo.