Hoy soportando los treinta y dos grados, no aguanto el verano pero es que el invierno tampoco, soy rara lo admito, a mi darme primavera y otoño, siempre han sido mis dos estaciones favoritas, pero eso ya paso a la historia, y no me voy a quejar que mas al sur del sur todavía lo pasan peor.
Al día siguiente de nuestra llegada a Galicia, mas concretamente a Santiago de Compostela que es donde reside mi hijo ahora, ya lleva un año y un mes, Jorge nos llevo a un parque muy bonito, el Parque de la Alameda, estaba nublado y no hacia excesivo calor. Desde ese parque tiene unas vistas preciosas de la Catedral y la verdad esta muy cuidado, pasear junto a mis dos chicos por aquel parque me regalo una paz y relax que hacia tiempo que no experimentaba, el viaje me ha venido de maravilla y eso si, habíamos descansado lo suficiente después del palizón de viaje del día anterior.
Después del parque fuimos a visitar El Monasterio de San Pelayo, no muy lejos de la Catedral, el cual mereció mucho la pena, y a continuación, Jorge nos llevo a un mesón no muy grande, apenas tenia seis mesas, donde la gente picotea básicamente, y pudimos seguir degustando todo lo bueno de la gastronomía gallega nos ofrecía, comimos muy bien, aunque me sigo quedando con el primer restaurante que nos llevo el día anterior. Una vez que terminamos de comer, Jorge nos llevo a tomar café a un sitio no muy lejos que también estaba muy chulo y como ya estábamos cansados, Jorge se marcho a su casa y nosotros a nuestro apartamento.
Al día siguiente iríamos a visitar A Coruña, pero eso será en el siguiente post.
TERESA
JULIO 2025
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