Me llamo Álvaro, tengo 30 años y actualmente trabajo como quiromasajista,
pero durante una etapa de mi vida, y llevado por la insistencia paterna, me
convertí en funcionario de prisiones en prácticas de la cárcel Modelo de
Barcelona, un trabajo duro y difícil donde los haya. Y he de reconocer que
pasado el tiempo y mirándolo desde la distancia, inclusive lo veo hasta
peligroso.
De mi etapa en la cárcel recuerdo a personas que hicieron todo lo posible
por superarse a si mismas y gente que
poco a poco iba muriéndose de pena o por consumir sustancias que no debían.
Lo mas duro para mi de todas las circunstancias que me rodeaban era el no
poder ayudar a aquella gente, ya que no era mi cometido, pero un día me tuve
que saltar esta regla; encontré a un muchacho que parecía más joven de lo que
luego él me reveló; tenía 22 años y su problema era que, aunque reconocía que
tenía que estar allí cumpliendo condena, sabia que en su casa hacía mucha falta
y eso le mataba por dentro. Su delito según él mismo me confesaba fue un error
cometido como último recurso para conseguir dinero fácil y sencillo, sin pensar
en las graves consecuencias del después, sólo que hacía mucha falta, punto. Es
el recuerdo que mas me impacta todavía a pesar del paso del tiempo.
Cuando terminé mis prácticas, decidí tomarme un periodo de reflexión para
pensar y, sobre todo, para viajar ya que
había descuidado esta afición. También durante esa etapa, falleció mi padre de
forma repentina y eso me llevo a pensar que aquella carrera y aquellas prácticas
no las había hecho por mi si no por él, de modo que empecé a pensar qué me gustaría
hacer realmente.
Por un buen amigo empecé un curso de quiromasaje, más bien por hacer algo
que otra cosa que porque me fuera a ganar la vida con ello, pero curiosamente
me di cuenta cómo aquello me llenaba y decidí, con unos ahorros que tenía ,
comprarme una camilla y empezar a trabajar en casa de mi madre. La experiencia
fue muy satisfactoria. Me di cuenta de lo gratificante que me resultaba ayudar
a la gente y verla mejorar. Me encanta trabajar con mis manos. Supe en ese
momento que había encontrado el equilibrio entre lo personal y lo profesional.
MARÍA TERESA CLOQUELL
MARTÍN
MAYO
DE 2013
¿¿No te acordabas de este relato?? Pues yo sí, de hecho lo tengo también. Me gustó en su momento y me ha gustado releerlo ahora. Un beso enorme
ResponderEliminarPues no hasta que no lo vi en el pen y lo releí no me acordaba sinceramente. me alegro mucho que hayas vuelto a disfrutar de él. un beso enorme.
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