EL LÁPIZ Y EL MENSAJE
Ana se puso delante de un papel en blanco con el lápiz
con el cual su padre escribía poesía o pequeños cuentos que luego cuando se
iban a dormir le contaba a ella y su hermana. Eran preciosos, y lo que sentía
ahora que había fallecido es que no los hubiera publicado como una y otra vez
le habían animado todos, tanto su familia como sus amigos, pero él siempre decía que no eran
lo suficientemente buenos.
En verdad no era el único lápiz que tenía su padre, los
coleccionaba, pero aquel le tenía un cariño especial porque era con el que casi
siempre escribía. Pues bien Ana intento ver si le salía algo, de modo que se
puso delante de un folio, cogió el lápiz
y mientras pensaba que escribir de
repente el lápiz se puso a escribir, solo, y fue una frase muy directa:
“Te quiero y no me olvides nunca” y el lápiz se dejó
caer solo. Ana se quedó helada, no podía explicarse lo que acaba de pasar, pero
solo podía ser una cosa, era su padre, ¿Qué otra persona podía ser? , aunque
ella no creía en la estúpida idea de que alguien desde el más allá pudiera
decir nada, de modo que rompió aquel papel, guardo el lápiz junto a los demás y
fue a ver si podía tratar de conciliar el sueño.
A la noche siguiente volvió a abrir la caja donde su
padre guardaba los lápices y volvió a
coger otro lápiz distinto al del dia anterior y un folio en blanco y empezó a
escribir una frase “ te siento tan cerca que parece que me hables a través de
un folio en blanco” y cuando iba a soltar el lápiz siguió solo y escribió “soy
yo y te quiero y me duele haberme ido y haberos hecho sufrir y dejaros solas”, se quedó paralizada,
no sabía cómo reaccionar, soltó el lápiz, lanzó la caja de lápices al suelo,
los folios y salió corriendo de la casa, necesitaba respirar, y corrió y corrió
y corrió, y cuando se quiso dar cuenta se había alejado mucho del pueblo, tanto
que se le había echado la noche encima y tenía que volver, no podía estar a aquellas
horas sola, tenía miedo.
Cuando llegó, lo primero que hizo fue cerrar la puerta
del despacho donde estaban desparramados por el suelo los lápices, los folios. Sabía
que le iba a doler pero tenía que deshacerse de aquellos lápices, aquellos lápices
eran la herencia material que debía mantener porque tenían un significado sentimental
pero no podía ser, lo sentía, pero no, y así lo hizo, los puso dentro de una
caja y al dia siguiente iría a la papelería que conocía de toda la vida, y le
diría a la dueña que se los comprara, y así acabaría con aquella locura. Pero
sabía que por mucho que se deshiciera de aquellos lápices siempre el recuerdo
de su padre sería eterno en su corazón y en su memoria.
TERESA
OCTUBRE
2017
Que tengáis una buena semana. TERESA.
Bonito relato, Teresa. A veces los seres queridos se comunican desde donde sea que van cuando nos dejan. O si no lo hacen (yo ni siquiera creo en el más allá), deberían hacerlo.
ResponderEliminarUn beso.
Si estoy de acuerdo con tu opinión. un beso y mil gracias
EliminarParece que Ana no había enterrado del todo bien a su padre. Creo que no tiene necesidad de deshacerse de los lápices, bastará con que asuma su pérdida.
ResponderEliminarTeresa, deseo que mejores. Las contracturas musculares son muy pesadas. Anímate; veo por tu relato que ya lo estás consiguiendo.
Un abrazo
Ante todo gracias por tú comentario Juan Carlos.
EliminarEs cierto que bastaría con eso pero sabes muchas veces que cuesta asumir la perdida de un ser querido, yo perdí a mi padre hace ya un año y medio y he asumido su perdida, , pero también es cierto que muchas veces y al ser una muerte inesperada y repentina, no me lo creo, pero tengo muy claro que no esta y que la realidad es la que es, pero cuesta, por eso quizás nos creamos defensas ante la muerte como en la enfermedad para tratar así de que la perdida y la pena sean menos dolorosas. No se si estarás de acuerdo conmigo, pero así lo entiendo yo.
Si voy bastante mejor, de modo que estoy mucho mas animada que estas dos semanas anteriores. Muchas gracias. Un abrazo TERESA.
Me ha encantado el relato, a caballo entre lo real y lo irreal, pero que transmite un duelo no superado en Ana. Ni deshaciéndose de los lápices conseguirá librarse de un hecho que aún hoy le duele.
ResponderEliminarEspero que te mejores pronto, Tere. Se te echa de menos en los blogs.
Un beso
A veces es bueno soltar lastre, o saber empaquetar nuestros recuerdos, el dolor por la pérdida del ser querido, para que nos permitan seguir avanzando. Un abrazo!!
ResponderEliminarYo tampoco creo en manifestaciones del más allá, seguramente porque jamás las he experimentado. Pero si me ocurriera lo de tu protagonista, al principio me aterraría pero luego, pensando que quizá sí es mi padre fallecido quien quiere comunicarse conmigo, le daría una oportunidad a mi raciocinio.
ResponderEliminarQue te mejores. Sé por experiencia propia lo molestas que son esas contracturas. Tiempo al tiempo.
Un abrazo.
P.D.- Yo también estoy bastante retirado de esta esfera y llevo más tiempo de lo acostumbrado sin escribir, pero no es por un problema físico sino porque los momentos dramáticos que estamos viviendo en mi tierra me tiene sumido en una especie de depresión que ha borrado toda capacidad de imaginación y fantasía.